viernes, 4 de noviembre de 2011

HELPX LIFE… 29 de Septiembre


Nos levantamos al día siguiente con unas energías increíbles, teníamos auto, nos quedaba plata, somos bien parecidos y una nueva familia nos esperaba a dos horas de distancia (que más se puede pedir?). Cargamos el auto y como no tengo las más mínima idea de lo que a mecánica se refiere, partimos a buscar un mecánico para que le cambie o rellene el líquido de freno, el refrigerante y otras cosas más del mismo tipo. Llegamos donde este y nos atiende Matthew, el mecánico top model, nos pasó un auto de repuesto mientras esperamos una hora los ajustes, así que me tuve que bancar una hora de chistes de babi sobre lo bueno que estaba el mecánico (yo me reía solamente, ya que era verdad y nadie podía negarlo).

Llegó la hora… nos despedimos de encantador, desembolsé los cien dólares que más me han dolido gastar, ya que era algo que cualquier hombre por el solo hecho de nacer hombre podría hacer por sí mismo (menos yo). Nos subimos al auto, pusimos música de viaje (Los guachiturros) y tomamos rumbo hacia Nelson. El camino muy lindo, maravilloso y todo hasta el momento de empezar la cuesta… Era como una hora en subida donde creo vi que me paso un ciclista (parecía que si caminaba al lado del auto iría más rápido) y en las bajadas daba la impresión de que nos mataríamos en cada una de las miles de curvas de unos 35°, hasta que descubrí que la técnica es bajar la velocidad y ojalá esta sea mucho menor de 130 km/h.

Después de pasar la cuesta del terror llegamos a Nelson, un pueblo mediano pero muy muy muy lindo, de primeritas no entramos a verlo, solo pasamos por la carretera que bordea la costa, ¿conocen el borde costero de Concón - Reñaca? bueno, ni se parece a eso así que sáquenlo de su mente.

Nelson me gustó de primeras, y fue ahí que me di cuenta que Blenheim es una reverenda cagada, la ciudad más fea que me ha tocado conocer hasta el momento acá en NZ, aparte que escuché pestes de los contractors indios que trabajan ahí que más encima….. no te pagan!.

A continuación de Nelson, a unos 20 minutos por la ruta 60 hacia el sur y, a eso de las 18 hrs llegamos a nuestro destino final: The Rob & Mell house.

Estacionamos la nave afuera y nos atiende la hija de ellos, una adolecente de 20 años bien linda y cariñosamente nos hace pasar. Sale Mell y Rob, nos presentamos y era como medio raro, porque la verdad nosotros nunca habíamos hecho esto de HelpX ni woofer ni dada por el estilo y ellos tampoco, por lo que había un cierto aire de nerviosismo de las dos partes. Nos mostraron un poco la granja y nos presentaron a sus animales que consistían en: una yegua llamada Kelly que cuando la llamabas corría a ti tal como perro, se paraba al lado tuyo y te empezaba a correr con su cabeza para que te corrieses del pasto, su comida… (era realmente genial), una cabra que le faltaba una pata por lo que automáticamente paso a tener el muy original sobrenombre de mi parte de trípode (no recuerdo su nombre porque la verdad no me agradan las cabras y nunca le di bola) un par de gallinas, una gata llamada Wanda que lo único que pensaba en la vida era comer y se pasaba todo el día al lado de la despensa maullando y dándose literalmente cabezazos para que la alimentaran y, por último, nuestra más querida y especial de todas las mascotas de esa casa, una vieja y adorable perra llamada Possum…

Spiders  Paradise…

Luego de las presentaciones formales entramos a la casa para dejar nuestras cosas, esta era una agradable pero vieja casa de campo a medio maltraer por el tiempo y un poco también por la falta de limpieza, nos muestran la habitación que pertenecía a su otra hija de unos 22 años que se encontraba en Australia trabajando en algo relacionado a la moda y nos dicen que en unos minutos más estará lista la cena. Acá cenan mega temprano, onda 6 o 7 ya están en la mesa. Calculen que el noticiero central comienza a las 6!

Empezamos a arreglar las cosas y yo como tengo un serio problema con los animales de ocho patas empiezo a mirar el techo y para mi terrible suerte en los primeros 3 minutos de estar parado en esa habitación alcancé a contar al menos 4 arañas en el techo… quedé absolutamente paralizado con ganas de agarrar todo e irme a la mierda, pero babi le restó importancia a la situación para tranquilizarme. Me quiso hacer entender que no eran del porte de mi mano, que no me iban a comer como yo decía, que me tranquilizara y bla bla bla… Obviamente mi cerebro no prestó atención el resto del discurso, ya que este duró más de 5 minutos. Me encargué de matar una por una y salimos a cenar.

Nos sentamos a la mesa y descubrimos que a Rob le encanta cocinar y que a pesar de su condición de tener casi la mitad del cuerpo paralizado, esta no le impedía seguir haciendo casi normalmente lo que le agradaba hacer. Hablamos de dónde somos, nuestras costumbres, como es Chile, que allá éramos de la realeza, etc. Era realmente agradable hablar con Mel (la señora de Rob), ya que al ser profesora de teatro hablaba un inglés muy modulado y lento, por lo cual entendíamos la gran mayoría de las cosas que nos hablaba y las que no, las trababa de gesticular y enseñárnoslas, por lo que estábamos encantados. A Jen y Rob le entendíamos poco y nada, hablaban a mil por hora con un inglés 100% Kiwi inentendible. Luego de la cena nos fuimos a nuestros aposentos, nos acostamos en nuestra cama, apliqué posición traumado fetal y traté de dormir. Esto fue un poco difícil porque imaginaba que las amigas de las arañas muertas vendrían a cobrar venganza… tuve pesadillas.

A la mañana siguiente nos pusimos nuestra virgen ropa de trabajo para empezar nuestras cuatro horas de laburo que teníamos que completar a diario. Nos dirigimos con Rob al invernadero (él se movilizaba en una moto de 4 ruedas para todos lados) y trató de hablarnos de lo que teníamos que producir, como lo quedamos mirando con cara de signo de interrogación gigante, nos señaló la maleza que había debajo de las plantas y respondimos con un inmenso Ahhhhhhhh!!!! (Primero con un tono alto y después bajándolo gradualmente conforme pasan las H).

Al finalizar la jornada parece que la falta de trabajo físico acumulado durante un par de años nos pasó la cuenta y quedamos absolutamente demacrados, babi no se podía su humanidad, así que en la noche nos echamos en el sillón y miramos una serie de televisión inglesa que lleva 50 años al aire (en serio) para  luego ir a roncar.

Aunque habíamos llegado el viernes y solo trabajamos un día, con babi tomamos unilateralmente la decisión de tomarnos weekend off (qué chantas no!). El día sábado recorrimos Nelson y alrededores, fuimos a la playa, vimos el partido de los Pumas mientras tomaba cerveza a eso de las 11 am, gritaba como un cerdo y demás voludeces como un vil par de descarados aprovechadores sin culpa. El domingo fuimos al parque nacional de Nelson Lakes que está buenísimo.

Ya el lunes en la mañana, vuelta a ponernos nuestros disfraces de obreros a mal traer y aunque creíamos que no era justo, ya que no habíamos descansado lo suficiente (nunca es suficiente), tuvimos que cumplir con nuestra obligación HELPX. Era realmente genial trabajar para Rob, porque todo lo que decíamos o hacíamos él lo encontraba genial (aunque fuese una cagada), por ejemplo: Rob, con babi vamos a cortar el pasto… THAT BE GRATE, Rob: vamos a barrer la terraza… THAT BE GRATE, Rob me voy a rascar las bolas los siguientes 50 minutos… THAT BE GRATE!

Un día X mientras realizábamos limpieza extra profunda en la terraza de la casa, porque al día siguiente Mel tendría un BBQ con sus compañeros de trabajo al cual estábamos cordialmente invitados, le comenté a babi que tenía una canción pegada y que no podía sacármela durante toda la mañana de mi cabeza, para mi propia vergüenza era “El Taxista” de Ricardo Arjona!... babi se caga de la risa y me dice que le pasaba lo mismo y había estado cantando toda la mañana VAMOS DE PASEO PIPIPI, EN UN AUTO FEO…… instantáneamente dejé mi escoba al lado, me senté unos minutos mirando hacia la nada cuestionándome muy seriamente con qué clase de persona he convivido estos últimos cuatro años de mi vida, también me di cuenta que acá en NZ al parecer mi sentido musical se estaba atrofiando, pero babi definitivamente…. ¡Jamás lo tuvo!.

Así transcurrió una semana de “trabajo” en nuestro nuevo hogar y había llegado el día del ya ansiado BBQ. Babi decidió que no podíamos ser tan ratas como para no llevar nada a este, así que decidimos ir hasta Nelson para comprar algunas cosillas y manifestarnos en dicho evento. También nos sirvió como excusa para pasear un rato, habíamos estado toda la semana en la casa y necesitábamos un poco de aire fresco. La cosa es que partimos para allá, recorrimos el pueblo, visitamos los parques, fuimos nuevamente a la playa y terminamos en el supermercado. En el pueblo se sentía un aire fiestero, empezamos a ver gente disfrazada por todos lados, un escenario con una banda muy buena en vivo y más gente de lo que se acostumbra ver en los pueblos de por acá, le preguntamos a un vendedor de que se trataba la fiesta y nos dijo  algo que ahora no recuerdo (he tratado de recordarlo mientras escribo créanme). La cosa es que se veía interesante quedarse a ver qué onda, pero teníamos el compromiso con Mel y el BBQ. Yo me quería quedar pero babi “la políticamente correcta” impidió mis impulsos, nos subimos a la nave y vuelta a la casa. Rogaba a dios que no fuese una decisión por la cual nos arrepentiríamos (y al final no fue así).

Al llegar a la casa ya estaban presentes los invitados, o su gran mayoría (para variar llegamos atrasados), nos presentamos y con babi nos fuimos a la cocina a preparar algo típico chileno… huevos a la peruana  (muy chilena ella no!). Estando ahí, se nos acerca un neozelandés de unos 30 años con su señora y con un castellano 1000% a lo gringo nos pregunta cómo estamos… Con babi quedamos agradablemente sorprendidos, ya que no escuchábamos este dulce idioma hace unas dos semanas. Nos comentó que estuvo 2 años en Centroamérica y ahí se dedicó a hacer clases de música y aprender el idioma. Fue muy agradable que estuviera presente, nos sentíamos más cómodos y podíamos de cierta forma integrarnos al evento con mayor facilidad. Él parece que estaba muy feliz de hablar con nosotros, porque quería “practicar su español” y no se nos despegó ni un minuto…

En el transcurso del BBQ nos dimos cuenta que era la despedida de una de las compañeras de trabajo de Mel que se llamaba Trish, una inglesa con exceso de personalidad que me hacía cagar de la risa, me decía que no me preocupara por el inglés, que solo debía saberme dos palabras de supervivencia y ya estaba del otro lado, estas eran beer (cerveza) y big boobs (grandes tentaciones), y no era que me lo decía a mí, sino que en medio de una conversación cualquiera me miraba y pegaba un grito de una esquina a otra… BIG BOOOBS!!!

Dentro de los invitados también estaba un norteamericano radicado en NZ hace ya varios años que se vino arrancando de las políticas americanas y otras voludeces mas que ya no recuerdo. Yo nunca pensé que diría esto, pero los estadounidenses tienen el más dulce y agradable acento, realmente fue maravilloso poder sentarnos con él y poder tener una conversación normal sin tener que poner cara de preguntación cada 3 minutos, creo que tanta película y música gringa se metió en mis venas y las de babi para nunca más irse.

Ya entrada la noche entramos a la casa y todos se sentaron alrededor de la mesa, lo que yo pensé en un principio que eran guitarras para enanos en realidad eran ukulele (después me enteré que estaba muy de moda acá en NZ). A mí me pasaron una guitarra, comprenderán que no tengo la más mínima idea de tocar un ukulele y babi se encargó de tocar el triángulo (luego de la tercera canción se lo quitaron). Repartieron partituras y nos pusimos a tocar canciones populares neozelandesas que hablan de dragones y princesas mientras tomábamos cerveza moviendo los vasos de un lado a otro.

El domingo vimos el partido de los All Blacks vs Pumas, así que vino nuevamente Trish y otras personas para verlo, me gritaron el himno en la cara por lo que al momento del himno Argentino me paré en medio de la sala con la bandera argentina tipo superman y lo canté aún más fuerte. Al transcurrir los minutos, mis gritos de desesperación se escuchaban a dos kilómetros de distancia y al final el marcador fue lo que todos esperaban, pero yo no quería creer. (fuck you All Blacks!!).

Luego de diez maravillosos días en esta casa, una tarde cualquiera nos llega un mensaje de voz que pertenecía a Dithmar, el manager de Kimi Ora, un resort naturista que quedaba en Kaiteriteri, a una hora y media de distancia de Nelson. El mensaje decía que habían visto nuestro perfil en HelpX y que si nos gustaría pertenecer a su staff woofer dentro del resort y, aunque nos sentíamos realmente cómodos en esta casa y les habíamos tomado mucho cariño, el alma aventurera de los dos fue más fuerte. Nos habían hablado maravillas de Kaiteriteri y de lo genial que era este resort, así que tomamos la decisión de partir al día siguiente, hablamos con Mel, nos despedimos de todos y ya nos esperaba una nueva etapa dentro de este hermoso país, The Kimi Ora life!

lunes, 24 de octubre de 2011

Blenheim allá vamos. Jueves 22 de Septiembre.

   Ya tomada la decisión de mover nuestros puercos de esta ciudad (Tauranga), la recepcionista nos ayudó con la compra de los pasajes y la reserva para un hostel en Wellington, que es la última ciudad de la isla norte antes de cruzar en ferri lógicamente hacia la isla sur, nos pasa los tickets y nos dice algo en inglés y me  causa mucha gracia a lo que babi me pregunta… ¿De qué te ríes?, YO: es que le escuché que son nueve horas de viaje jajaja, Babi: eso es lo que dijo, YO : watafaka!!!!!!.

Nos tomó por sorpresa ya que no teníamos claro antes de tomar esta magnífica iniciativa (en ese momento nos sentíamos brillantes) de que el bus se demoraría tanto, así que partí corriendo a comprarme un plumón para hacerme nuevamente la raya del culo para cuando llegáramos a Wellington. En la tarde dejamos todo listo para partir en la mañana temprano, ya que a las 7 am debíamos estar en la parada del bus que quedaba a unas 8 cuadras de distancia. (Esa noche soñé que viajaba en bus).

Ya en la mañana nos levantamos con babi y en una especie de reto personal o quizá quería batir mi propio record, me puse los mismos pantalones que llevaba puestos desde mi llegada a NZ… es más, ni me bañé como protesta silenciosa pero olorosa por las 9 horas que me esperaban en el bus desgraciado y  si yo no iba a estar cómodo pensé, ¿porque la gente a mi alrededor debiese estarlo?…. Creo que babi pensó lo mismo que yo porque se levantó y por su cara no corrió una sola gota de agua. Cargué mi cruz y nos fuimos al paradero hacia nuestra nueva aventura.

Calculando la distancia, una velocidad estándar de 100 km/h, viento sur oeste, y condiciones climáticas normales, el viaje hasta Wellington debiese demorar no más de 5 horas, pero si a esto le sumamos que el bus se detiene en todos y cada uno de los pueblos absolutamente olvidados por la humanidad, las 9 horas me calzan a la perfección.

Al llegar al terminal me levanté de mi asiento corriendo y repartiendo codazos al que se interpusiera en mi camino, lo único que quería era sentir que tenía piernas nuevamente. Salimos de la estación, y fuimos directo a un restaurante naturista… nos clavamos 2 hamburguesas mega big mac big y navegamos por internet para encontrar el susodicho hostel. Lo único que se interponía entre este y nosotros era el más completo y absoluto desconocimiento de donde se encontraban geográficamente nuestras nalgas (traducción: estábamos perdidos). Babi y yo sufrimos una especie de retardo mental que nos impide escribir direcciones y seguir instrucciones, por lo que decidimos llamar por teléfono a la línea gratuita (dulce palabra no?... gratuito), nos dieron las indicaciones y para nuestra agradable sorpresa estábamos literalmente al lado.

El hostel bastante cool, unos 6 pisos, restaurante, sala de juegos, bar y otras voludeses más que para variar nunca  usamos. Subimos a la habitación (compartida lógicamente) pero para nuestra grata sorpresa la cama disponible aparte de la de nosotros no había sido tomada, por lo que cruzamos los dedos mirando al cielo con cara de sufrimiento para que a ningún tarado se le ocurriera usarla. Nos pegamos una ducha (creo que la más necesaria de nuestras vidas), y al bajar a la recepción compramos los tickets para el ferri al otro día (nuevamente a las 7 am) y salimos a recorrer un poco la ciudad…

Wellington, de lo que he visto durante estos últimos días es una ciudad relativamente grande, relativamente linda y relativamente relativa (creo que me falta la versión de día, y más descansado creo yo). En la avenida principal tiene miles de pubs y restaurantes que obviamente no asomamos siquiera nuestras narices, ya que lo primordial era ahorrar hasta poder establecernos, nada de vive la vida loca ni pelotudeces similares no no no… (Créanme que las ganas no faltaban he!). Comimos en un restorante  árabe y recorrimos por un rato más la ciudad antes de volver al hostel y envolvernos en el misterioso mundo de los sueños.

A la mañana siguiente salimos temprano con dirección al terminal de ferries que estaba  frente al hostal, lo que nos puso estratosféricamente contentos en ese minuto, ya que implicaba con ello minimizar el sufrimiento del transporte de carga pesada, sobre todo nuestro cuerpo. Dejamos nuestras maletas en el área de embarque, muy parecido al momento de embarcarte en avión y esperamos aproximadamente una hora para subir, lo cual le dio tiempo a babi para sacar algunas fotos y a mí para practicar las caras pelotudas que pongo en cada una de ellas.

Estando en la cubierta del ferrie en altamar a toda máquina rumbo a lo absolutamente desconocido, con la mente en blanco, el viento en la cara, las orejas echadas hacia atrás y la lengua al lado cual perro asomado en la ventana del auto… la sensación de libertad y bienestar fue absolutamente indescriptible. Fue como un segundo respiro al sentirse vivo nuevamente y pensar que no había un mejor lugar en el mundo que estar en ese momento y en ese lugar.

Arribamos a Picton a eso de las 11 am. Una ciudad pequeña pero realmente linda. Agarramos el primer bus que se nos topó en el camino y veinte minutos después… WELCOME TO BLENHEIM!!!!

El compadre que nos recibiría en su casa estaba en el trabajo y debíamos esperar por algunas horas para llegar, por lo que sabiamente decidimos que era hora de alimentar nuestros tonificados cuerpos y así pasaría el tiempo más veloz…. 30 minutos más tarde estábamos desocupados en la mitad de una plaza a  la 1 de la tarde y teníamos que hacer hora hasta eso de las 4, decidimos recorrer la ciudad para que pasara el tiempo…. 20 minutos después ya habiéndola recorrido completamente (se imaginan que big city no!) decidimos que lo mejor era apoyar nuestros  traseros de una vez por todas y esperar y esperar y esperar y esperar (infinito periódico).

Llegada la ya anhelada hora de juntamos con él para ir a su casa a instalarnos, conocimos a su mujer, una neozelandesa de unos 30 años y su hijo de unos 2 años de edad y caminamos juntos hacia su hogar. Aparte de nosotros como huéspedes, vivían otros dos chilenos que al principio no conocimos mucho, ya que trabajaban de noche en una fábrica cercana dedicada a la producción de choritos (o shoritos como prefieren algunos). Instalamos nuestras cosas en la habitación (bastante cómoda y con wifi gratis!!), mandamos un millón de textos a los contractor de trabajo que nos dieron,  y a esperar…  acá en NZ todo se maneja por texto, ya que es mucho más barato.

Pasaron los días y como que esperar no dio mucho resultado porque no pasaba nada de nada. La temporada en el trabajo en las viñas al parecer se estaba muriendo así que fuimos a postular a la fábrica de choritos juntos a los amigos chilenos que vivían con nosotros, pero tampoco prosperó mucho esa iniciativa.

(Cuando releo lo que voy escribiendo, pareciera que ha pasado mucho tiempo no?, pero la verdad hasta esta parte solo van 7 u 8 días).

Un día nos llega un mensaje de una amiga de Bárbara de Chile que estaba en esta ciudad con su novio invitándonos a comer pasta en la casa donde se estaban quedando, nos pasan a buscar, compramos unas cervezas y nos fuimos para allá. Ellos eran una pareja joven, que vinieron a NZ en las mismas que nosotros (working holiday), pero ellos ya estaban casi finalizando su viaje y partiendo para Asia, así que compartieron su experiencia en este país, algunos datos de supervivencia y por sobre todo una palabra que me quedó grabada de él…. ENJOY, creo que fue de lo más importante que rescaté de esa velada, aprender a disfrutar ya que un año pasa mega flash y es nuestro año, hay que disfrutarlo a full!. Quedamos invitados al otro día a ver el partido de los All Blacks con otros chilenos más que estaban en este pueblo.

Al otro día, cuando estábamos  comprando en el supermercado (alcohol obviamente) para ver el partido, me topo con un cartel fuera del supermercado de un argentino que vendía su auto, un subaru station del noventaipico, le texteo y me responde inmediatamente, le doy las coordenadas para juntarnos en la casa donde íbamos a carretear para que veamos el auto. Al llegar el tipo, como que ya el auto me tincó de inmediato, fue como un amor a primera vista, lo manejé (como el orto ya era mi primera vez manejando sentado en el lado derecho) y todo bien,  solo tenía el detalle no menor de no se qué correa que se cambia cada 100.000 km, y este detalle acá en NZ sale app unos 700 a 1000 dólares el solo hecho de cambiarla (no menor no?), con babi nos dimos vuelta dándole la espalda al argentino para planear la estrategia de compra hablando megaultrabajo mientras el argento trataba de escuchar…  nos dimos vuelta y entre risa y cara de seriedad le ofrecimos 800 dólares (nos sentíamos unos desgraciados ya que el auto salía 1600), el tipo se sienta, piensa un largo rato, luego va hacia el auto le habla unas cosas, lo besa y con cara de derrota nos dice 900? babi y yo nos miramos con una sonrisa cómplice diabólica mientras nos frotábamos las manos y le dijimos al unísono…  TRATO HECHO DUDE!

En Chile diferentes factores influyeron para que nunca tuviese auto.

Primero: Al cumplir la mayoría de edad entré a la universidad, con lo cual vendí mi alma y la de mis viejos para pagarla.

Segundo: Saliendo de la U, en  mi primer trabajo ganaba un sueldo inferior al promedio per cápita de Etiopia, Angola o Haití.

Tercero: Luego en Santiago teniendo la capacidad, vivía literalmente al lado de mi trabajo por lo cual no tenía sentido alguno la compra del mismo.

Esa noche disfrutamos del carrete a lo chileno, ese con regetón bien fuerte, harto copete, mil personas y todos amigos, mil anécdotas de viajes, peleas de faldas, dos muertos y un herido.

Al día siguiente ya con transporte, todo el ánimo del mundo y la aventura por delante, tomamos la decisión de que si no íbamos a trabajar aun, por lo menos haríamos lo otro por lo cual vinimos a este país…. ROBAR!!!! Ahh no perdón, mejorar nuestro paupérrimo inglés (con paupérrimo estoy siendo realmente generoso con yo) por lo cual agarramos una página en internet llamada HELPEX en la cual pones tus datos, tus características, mientes como enfermo vendiéndote como que eres más bueno que Lasie con bozal entre otro sin fin de cosas y te contactas con familias de Nueva Zelanda para trabajar con ellos unas pocas horas a la semana a cambio de comida, techo, hablar inglés todo el día  y la experiencia kiwi al 100%. A las 2 horas ya teníamos 3 familias que nos habían contactado para que viviésemos con ella, una en Blenheim, que competía en estas cosas gringas de jardinería y otras voludeces similares y requería ayuda en ello, otra que quedaba al carajo en la west coast y tenían una farm y por último, una familia en Nelson que consistía en una madre profesora de drama (teatro), su hija de 20 años (media vaga), un perro viejo y un padre que había sufrido un derrame cerebral por lo cual requerían ayuda  en su invernadero….

Como babi tiene corazón de abuelita obviamente elegimos la familia de Nelson. Bueno, también influyó en la decisión que tuvieran un perro, porque babi tiene una adicción contagiosa con ellos (nosotros los llamamos amigos), los contactamos y al día siguiente nos esperaban unas dos horas de viaje para juntarnos con nuestra nueva familia adoptiva…

jueves, 13 de octubre de 2011

Perdidos en el Espacio. 18 de septiembre.

            Cuando ya era hora de ir a tomar el bus que nos llevaría hacia Tauranga desde Auckland, partimos con babi a buscar las maletas que habíamos dejado en la estación de trenes del centro de la ciudad, ya que ahí tienen una especie de closet electrónicos donde pagas por dejar tus maletas dentro por algunas horas (o meses que se yo). La cosa es que nos sentíamos megaultraligeros sin tanta carga encima y la verdad que no teníamos muchas  ganas de ir a buscar nuevamente tanta cosa que traíamos, me sentía igual que Jesús arrastrando una cruz en las películas más sufridas y sangrientas creadas en la historia de la humanidad con el solo hecho de pensar en ponerme esa mochila en mi espalda nuevamente y claro, la maleta chica de mano que yo traje  con cosas esenciales de supervivencia que un hombre sabiamente escoge, pasó a tener el nombre de babi y la maletotota enorme de unos 138 kg llena de cosas irrelevantes (llámese champú, jabón, pasta de dientes entre otro sin fin de voludeses que trajo babi), pasó a tener irremediablemente el mío!

Salimos de la estación de trenes (recuerden a Jesús con la cruz), a preguntar dónde demonios salía el bus que nos llevaría a la ahora tan nombrada ciudad de Tauranga, y como era el mundial de Rugby habían por todos lados personas con unas poleras que decían “preguntacion de tráfico” (creo que esa es la traducción literal). Nunca en nuestras vidas con babi habíamos tenido tan poca retención de información, creo que debido al cambio de horario que estábamos medio estupidisados. Sin mentir le preguntamos unas 10 veces al mismo tipo donde teníamos que tomar el bus, ya que estábamos aterrados a que se nos pasara, por lo que al final nos llevó caminando de la mano hasta el lugar exacto donde estaba la parada.

Después de 4 horas de viaje por pueblos que a mí se me hacían absolutamente iguales (pero lindos), llegamos a Tauranga, y si no me falla la memoria eran aproximadamente las 9 de la noche del domingo, no había absolutamente ningún ser viviente en las calles, y aquí sí que me sorprendí… cuando estábamos recogiendo las maletas desde el bus, se nos acerca un señor que aparentemente era el papá de unos pendejos que iban viajando con nosotros y nos dice ¡los llevo chicos!, con babi nos brillaron los ojos y antes que terminara la frase estábamos arriba del auto preguntándole cuanto falta para llagar…. a todo esto, fue un milagro, ya que no hay transporte público a esa hora, no había a quien preguntarle cómo llegar al Backpacker, este mismo quedaba al reverendo carajo y con las maletas…. de ahora en más maletas rctm!.

Ya en el hostel (muy lindo por lo demás) sabíamos que íbamos a compartir pieza con alguien más, pero por lo menos solo una y no diez almas hacinadas en dos metros cuadrados. Abrimos la puerta de la pieza que tenía una cama matrimonial, una cama de una plaza al frente y otra en altura al lado… y ahí estaba, una especie de gringo con cara de haber sufrido bulling, lo primero y último que escuchamos de él fue Hi!, dejamos las maletas a un lado sin quitarle la mirada ni un solo instante  y fuimos  a comer a una cadena de restaurantes con una deliciosa comida casera que nos había alimentado y acogido estos últimos días en NZ (creo que el nombre es Mc Donalds) luego llegamos al Backpacker, saltamos a la cama  y dormimos profundamente como nunca jamás en la vida.

Al despertar a la mañana siguiente el gringo se había ido, quizá por el olor a pata que expelía terriblemente desde mis pies, el olor a sudaca o no sé, la cosa que se cambió de pieza pero no de hostel y eso me mejoró la mañana inmediatamente, así que salté de la cama con un mortal extendido, abrí las cortinas para empapar mi cuerpo con rayos solares matutinos…. y a comer!. Esa mañana preparé el desayuno… omelette con queso azul, si mal no recuerdo, y luego salimos a recorrer un poco la ciudad.

Tauranga es una ciudad realmente linda y ordenada como cada centímetro cuadrado de este país, tiene un pequeño centro cívico (que amplio vocablo no!) y muchos cafés y restaurantes por todos lados por lo que saqué mi propia conclusión y le dije a babi “debe ser una ciudad turística” a modo de explicación de una situación totalmente lógica!. Después de recorrerla por algunas horas entre turistear e ir a algunas agencias de trabajo, babi estaba realmente muerta (luego de acarrear el día anterior mi maleta de 2 kilos), así que decidimos volver al backpacker para alimentarnos. Al llegar entramos a la pieza y para nuestra sorpresa, ya habían violado nuestro espacio físico con maletas desconocidas, nos resignamos ya que pensamos que por fin tendríamos un día una pieza para los dos, fuimos a la cocina, y entre todos los presentes que había solo uno al vernos inmediatamente sonrió y nos saludó muy cordialmente, en ese momento aparece la recepcionista y nos presenta, ahí supimos que él era la persona con la que nos tocaba compartir la habitación esa noche….

Su nombre era John, un Australiano de unos 50 años parecido al viejo pascuero de coca-cola pero a dieta, que vino al mundial de rugby por su amado equipo Wallabies. Y bueno, ustedes han visto en la televisión cuando sale un tipo hablando sobre alguna voludes y abajo en la presentación le ponen por ejemplo: “Bayron Jonattan: experto en gorilas de panza azul”, y uno se cuestiona….   ¿cómo demonios se le ocurrió estudiar esa webada?!!…. bueno, John era un sabelotodo sobre koalas y su vida estaba centrada en el estudio y conservación de ellos, así que inmediatamente concentró la atención de babi que le hizo un sinfín de preguntas como: ¿de qué porte pone huevos el koala?, ¿Cuánto cuestan?… El tipo este era tan simpático y carismático, que la verdad esta vez no nos molestó tener que compartir la habitación, lo único malo es que al igual que los neozelandeses, los australianos tienen un acento casi igual de extraño, por lo que por unos momentos tarzan y chita volvieron a las pistas.

Después de preparar el almuerzo (si mal no recuerdo cociné estofado), nos estábamos cansando un poco de andar a pata para todos lados y sabíamos que los autos eran muchisisisimo más baratos que en Chile, que entre unos 1000 a 1700 NZ dollar (calculen) podíamos encontrar uno en razonables condiciones, por lo que decidimos con babi centrar nuestros esfuerzos en hallar uno.

Compramos un pase diario en la estación de buses y nos recorrimos Tauranga y alrededores bajando en cada compraventa de autos usados que se nos topaba en el camino, pero sin éxito….  Algunos o estaban muy caros y otros al mirarlos parecía que caminar tampoco era tan malo. Ya medios cansados nos metimos a un supermercado y encontramos pegado en el mural miles de avisos de gente que pone a la venta sus autos, anotamos los que más nos tincaron y mandamos algunos mensajes, a los minutos nos responde uno que estaba vendiendo un subaru que era más menos lo que estábamos buscando, le dimos las coordenadas y nos juntamos en el backpacker para vernos… lo estábamos esperando en la esquina y el tipo pasó derecho hacia el backpacker (como que ya me cansa escribir esta palabra “backpacker”)… Y al escucharlo pasar como que ya no nos gustó, sonaba un poco extraño el motor. Nos acercamos y se bajó un viejo kiwi medio campestre que hablaba a unas 100 billones de palabras por segundo. Así que nos contó sobre el auto, la historia del mismo, los momentos que habían pasado juntos y lo mucho que lo quería y le costaba dejarlo (todo esto lo imaginamos mientras él hablaba porque no le entendíamos un carajo!), le pedimos que abriera el capot para hacernos los que sabíamos lo que estábamos haciendo, pero la verdad que no nos tincó desde el principio, estaba hecho mierda, así que cordialmente lo invité a sacar su mugre de mi vista y que no volviera nunca jamás nunca.

Sin auto y sin trabajo estábamos medio bajoneados, así que supongo que John Koala lo notó porque se acercó y nos dijo!, chicos hoy la cena la preparo yo les parece?…  obvio que nos pareció bien la idea, aparte con lo rata que soy, todo lo gratis me parece la mejor idea del mundo!!

Ya en la noche debíamos tomar una decisión, Tauranga muy lindo y todo pero debíamos tener un plan de acción para los siguientes días que se venían, y estas eran las opciones…

a)     Quedarnos en el hostel (nueva denominación para backpacker que me tiene pelotudo escribir), y seguir buscando auto para movernos y trabajo.

b)     Cambiarnos a un hostel más barato e ir a uno de un indio chanta y horrible (si el indio también).

c)              Irnos a la mierda.

Como parece que con babi tenemos alma de gitanos elegimos la opción más complicada, LA C!!!. en la tarde hicimos unas averiguaciones por aquí y por allá y teníamos la opción de irnos a vivir a la isla sur en Blenheim a la casa de un chileno donde gastaríamos menos, tendríamos más opciones de trabajo y por fin tener una pieza para los dos solos. Aparte que teníamos unos conocidos por allá que se estaban por ir de NZ y nos podían orientar más en esto de working holiday…

Esa noche compartimos con John Koala, comimos los mariscos que nos preparó, intercambiamos anécdotas, miramos los partidos del mundial de Rugby y……. fuimos felices y despreocupados como nunca desde nuestra llegada…… nos dejó cordialmente invitados a pasar unos días en su casa en Australia, cosa que esperamos podamos hacer realidad dentro de los próximos meses.

Creo que es uno de los personajes que recordare dentro de mi estadía en este país y espero sean muchos, muchos más...

lunes, 3 de octubre de 2011

Estamos bien en el refugio los 2.

Para empezar este blog, les comento que es para recordar mi paso por Nueva Zelanda y junto con esto mantener informados a familia, amigos y demases que quizás de una u otra forma lleguen a leer esto por casualidad o que se yo. Por supuesto no puedo dejar de pedir las disculpas correspondientes por mis horrores ortográficos cometidos acá… sin embargo los que me conocen saben de las brutalidades que soy capaz de cometer al escribir, así que no creo que se sorprendan.

Estamos bien en el refugio los 2!!! Viernes 14 de sept.
Luego de un año de preparativos para el viaje la verdad que las dos semanas que tuve para “descansar” y estar con mi familia,  fueron realmente intensas, creo que soy el ejemplo digno de señalar cuando dicen que los chilenos dejan todo para última hora, después de tantos años en Chile es una costumbre que orgullosamente  manejo a la perfección.
Y bueno llego el día esperado, tomé mi maleta, mochila, mochila de mano, banano, carpa, cocinilla y estufa, (cosas esenciales a la ora de viajar!), me subo a la van con mi familia al  aeropuerto y a la velocidad de la luz llegamos… ya estando en el mismo, parece que esa falsa tranquilidad que aparentaba se transformó en estrés total al punto de desmayarme en la entrada del aeropuerto. Después de despedidas, abrazos llantos, gratas visitas que no me esperaba que estarían en el aeropuerto… corrimos con Bárbara (de ahora en mas babi)  para poder estar en el VIP del aeropuerto un rato y sentirnos un poco importantes antes de sumergirnos en la ratonesca vida de backpackers que luego de unos días acá me di cuenta que no estaba equivocado!!

Luego de cruzar por el Pacífico (creo, si no por favor me corrigen si es una brutalidad lo que dije), 12 horas en el transbordador espacial y tate, llegamos!!!!! A las 3 de la mañana para ser más precisos y acá empezó la lucha interminable por tratar que nos entiendan, imagínense  a  chita y tarzan tratando de comunicarnos con el tipo de migraciones, pero chita era yo, ya que solo atinaba a mover los brazos rascarme la cabeza y emitir sonidos guturales que ni yo entendía. Con babi cada vez que en Chile nos preguntaban…  Eh! y hablan algo de inglés? yo decía entre rizas y mirada de “el weon bakan”,  pero obvio que si, jajajaja  LOCO!, no sabes lo que es este acento de mierda.

Cruzamos migraciones no sin antes el inconveniente que casi me hace llorar de que yo no estaba registrado en el sistema, así que después de media hora de transpirar como cerdo y poniendo cara de tranquilidad a la tipa pasamos para el otro lado. Luego de cuatro horas de espera para tomar el bus para Auckland, creo que en ese corto tiempo encontré una de las palabras que identifica perfectamente a este país “AMABILIDAD” (luego quizás encuentre otras y les comento). Es realmente impresionante como tratan al extranjero en este país y como nos hacen sentir bien con solo sonreírte al pasar o un saludo cordial.

Al llegar al hostel que teníamos reservado para solo dos días empezó el impacto de Babi, imagínensela al llegar a un hostel, compartiendo pieza con diez personas más con un desorden terrible y una baranda a pata, culo etc. Y… es ahí cuando me sentí como en casa, después de compartir cuatro años de mi vida con indios neanderthal en el internado Salesiano creo que hasta se me cayó una lágrima. Ya tenía todo listo, pero  cuando me di cuenta babi todavía estaba en la puerta paralizada.

Migrar again    Lunes 19 sept….
Luego de dos días lindos pero poco productivos en Auckland donde sacamos nuestra IRD y cuenta bancaria,  empezamos con la incertidumbre del “Y AHORA QUE”… y bueno alguien tenía que tomar la decisión así que mire a Babi y le dije…….  Y AHORA QUE?  No broma… simplemente tomamos la decisión más sabia que se nos ocurrió como equipo (si, acá somos un equipo que toma decisiones conjuntas), según los rumores la papa estaba en Tauranga así que se nos ocurrió la grandisísima idea de partir allá. Lo malo de todo esto es que no habíamos reservado ni bus, ni Backpacker ni nada que una persona neurológicamente normal haría antes de cambiarse de ciudad. Así que al llegar al terminal nos dijeron que estaba todo copado hasta el otro día!!!!, comprenderán que no era posible quedarnos en Auckland, ya que estaba el mundial de Rugby y los precios estaban estratosféricamente carosis, nos fuimos a un i-site (lugar consultaciones como diría un amigo) y le pedimos que nos ayudara a reservar un bus para esa misma tarde, acá nos dimos cuenta que en NZ hay solo dos líneas de buses que recorren las dos islas y que el transporte público vale una reverenda callampa. El tipo del i-site nos ayudó a buscar el ticket para el bus que salía a las 5 de la tarde y nos vio un Backpacker en Tauranga bien salado también, pero la verdad que no teníamos mucha opción así que con babi nos miramos a los ojos unos segundos y dijimos “agemoslo”!!!! Como eran recién las 11 am, nos dio tiempo para recorrer lo último de Auckland, ver a unos Maories bailando (muy bueno), pasear por la zona del puerto donde está todo lo referente al mundial de Rugby y sacar un billón de fotos turísticamente obvias y predecibles.